venerdì 25 dicembre 2015

Últimos días - La Paz

Estos dos últimos días nos los tomamos con toda la calma del caso, pidiendo pizza de almuerzo, durmiendo siesta luego del desayuno y del almuerzo, viendo películas tontas, leyendo montones... 

El 24 en la noche fuimos invitados a la casa de la familia Araujo Crespo, donde pudimos vivir una Navidad boliviana en familia. La cena (típica de esta época, picana, sopa con papa (obvio), , elote, zanahoria y tres tipos diferentes de carnes) la tomamos antitos de media noche, para que, a las 12 en punto, ya hubiéramos terminado de comer para poder proceder a hacer el brindis (recomiendo no quebrar copas, como lo hice yo, en casas donde te han invitado a comer) con champán rosado, leer un pasaje especial de la Biblia y hacer una oración al niñito Jesus. Luego de eso, comimos el postre (créme brulée, mousse de chocolate y una crema de café), esperando a los que faltaban del clan Crespo para poder abrir los regalos. 

Nos encantó poder compartir con esta lindisima y divertidisima familia la noche buena, donde nos adoptaron ya como sobrinas y sentimos ese calor familiar especial. Nos encantó también la comida - excelente como siempre - y la tradición navideña de celebrar a "jesusito", como se debería hacer realmente. Nos encantó poder compartir esta noche tan especial, sintiéndonos en familia, riéndonos con historias familiares y hablando de todo un poco - situación mundial, el bellísimo país donde viven y que pudimos recientemente conocer, comida, tradiciones, perros, gatos, cobijas que se deben calentar en invierno... Por siempre guardaremos en nuestros corazones esta noche y a esta familia, gracias infinitas. 

El 25 nos despertamos muy tarde (eso de volver a la casa a las 4:30am no nos va mucho a los Orozco Odio), desayunamos, vimos una película, nos volvimos a dormir, almorzamos y empacamos. Nos sentimos profundamente tristes de tener que irnos, pero profundamente felices de haber conocido este país tan hermoso, tan lleno de maravillas culturales y naturales, de haber conocido y compartido con gente tan especial y listos para poder regresar en el momento que se vuelva a presentar la oportunidad. Siempre esto es triste, dejar un lugar que uno llega a querer tanto, pero el sentimiento es ambiguo - hay mucha felicidad de haber venido, de haber generado nuevos recuerdos tan especiales, de haber visto tantas cosas nuevas y listas. Simplemente, gracias Bolivia, por acogernos de esta manera y permitirnos conocerte aunque sea así de poco. Prometo que volveremos. 




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