La Paz - día 1

Hoy empezamos la mañana muy temprano (mentira, solo lo digo para no sentirnos mal; era importante recuperarse de viajar ayer todo el día) con una vista increíble y un desayuno típico boliviano - salteñas, las empanadas típicas de Bolivia, acompañadas de un té de coca, para ayudarnos con el cambio de altura. 

Empezamos nuestro tour del día con un paseo por la ciudad, pasando por la Plaza España, donde nos comimos un tradicional helado de Canela; por El Montículo, donde hay un exquisito mirador de la ciudad; y cerramos la mañana subiéndonos a ver una vista aún mejor que la del mirador en El Alto. 

Los "paceños" usan el teleférico como transporte público, con varias líneas que comunican diferentes partes de la ciudad y con varias líneas más que vienen en camino. En la calle hay mucho tránsito y no hay transporte público de buses (es reciente y no funciona tan bien); usan unos taxi-busetas que hacen rutas específicas, pero realmente el tránsito es muy pesado. Como solución a este problema, recurren a transportarse por los aires, y a mí, que me gusta volar alto, me llegó directo al corazón este medio de transporte. Además, toda la ciudad es una cuesta, así que ayuda montones el teleférico a ganar tiempo en movilización. 

Nosotros, como los más polos, tomamos fotos y nos deleitábamos de esta bellísima ciudad, mientras nuestros compañeros de teleférico iban camino a sus trabajos. 

Luego de hacer este recorrido, llegó nuestro guía y nuestra van por nosotros, para llevarnos a la zona de Mallasa. De camino, babeamos con la vista - montañas de colores distintos, estalagmitas gigantes (que asemejan muchísimo a los Crestones del Chirripó), montañas nevadas de fondo e infinita cantidad de casitas de ladrillos. 

En Mallasa se encuentra el Valle de la Luna, donde puede uno adentrarse en estas montañas estalagmitosas, tocarlas y ver que son de tierra más que de piedra. En forma parecen corales (en realidad lo fueron, hace sopotocientos años - La Paz era todo un lago) y se puede apreciar bien su geomorfología - partes de tierra, partes de piedra, piedras diferentes encima de las columnas y muchos cactus como coronas encima de todo. 

Aquí en el Valle de la Luna (llamado así porque Lance Armstrong lo visitó una vez y dijo que parecía montones al terreno lunar) nos deleitaron con un show - el vendedor de telas, flautas y demás, nos cantó y bailó en traje típico. Obviamente le compramos souvenirs. 

De ahí subimos, zigzagueando infinitas callecitas, hasta el mirador Killi Killi, en la zona de Miraflores, de donde se ve toda la vista de la ciudad y la montaña. Ya para este momento, empezamos a sentir más frío - además de que es un poco más alto, ya se estaba haciendo más tarde. 

Bajamos a La Paz centro para ir a ver la Catedral - alta, de piedra y mármol, increíblemente fría y solitaria. Salimos de ahí a la Plaza Murillo, donde nos tocó ver a los militares en su ceremonia de bajar las banderas. 

La última parada del City Tour fue la calle de las brujas, donde se pueden encontrar tanto souvenirs como chunches especiales para hechizos y pedidos especiales. Había en uno de los puestos un platito especial de ofrendas - con figuras de azúcar con la petición que uno tiene, hojas debajo de todo y un feto de llama. Quep. Si, así como lo oyen. Parte del ritual es algún sacrificio, por lo que se acostumbra hacer abortar las llamas, para ofrecer su feto como sacrifico. ¿Alguien más está llorando? ¿O soy solo yo? 

Ahora, ya volvimos a nuestra base de operaciones - un apartamento chivisima en el 18avo piso de un edificio al norte de la cuidad que encontramos en AirBnB - para recargarnos de energías, tomarnos un té de coca (aún no hemos ido a comprar comida y eso es lo único que tenemos) para esperar a que nos avisen e ir a cenar (bueno, sería el almuerzo, si nos ponemos quisquillosos) con unos amigos de la familia. 

Ah, importante, no hemos sufrido tanto del Soroche (afectación debido al cambio de altura tan drástico), solo que todos nos sentimos inflados y con el estomago inflamado.