Esta ciudad es llamada la ciudad blanca porque todos sus edificios, al menos en el centro de la ciudad, son blancos, respetando un estilo plenamente colonial.
Subimos luego a un mirador, La Recoleta, donde está la iglesia de San Francisco y un museo de textiles, pero ambos estaban cerrados por la hora. Así que, ahí mismo, compramos unos sándwiches y nos enrumbamos al siguiente atractivo de Sucre.
Aquí en Sucre se encontraron, hace años, durante una excavación para extraer material en una gran fábrica de cemento, con la mayor cantidad de huellas de dinosaurios en el mundo. Dinosauriso, ¡sí señores! Así que fuimos a visitar el Parque Cretáceo (según estudios paleontológicos, pertenecen a esa época) para ver el muro donde están las huellas (el Farallón de Cal Orck'o, que significa "cerro de cal"), así como un museo, donde tienen una réplica de esqueleto (el original está en Argentina), fósiles, partes de huesos y diferentes réplicas a tamaño real de diversos tipos de dinosaurios. Cuando yo era pequeña estaba muy interesada en este tema y, por alguna razón, dejé de interesarme, pero con solo ir hoy, unas pocas horas, a visitar este parque, mi niña interna de 5 años salió y se volvió a enamorar del dinosaurio buena gente (el de cuello muuuuy largo, hervíboro y todo buena gente!). Fue muy impactante poder realmente estar en el mismo territorio donde oficialmente estuvieron pisando miles de dinosaurios hace millones de años.
De ahí, nos fuimos al cementerio de Sucre, que abarca unas 3 cuadras o un poco más, lleno de mausoleos de gente importante, flores, árboles, tumbas con suculentas al lado, etc, etc.
Oyendo la promesa de una tormenta eléctrica, salimos corriendo del cementerio y vinimos al hotel, donde efectivamente el cielo cumplió su promesa y atacó con todo y granizo. ¡Por ahora, nos quedamos descansando aquí en el hotel, mejor!
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