martedì 15 dicembre 2015

Día 9 - Copacabana

Hoy nos despertamos con la vista más linda que uno puede imaginar, desayunamos, alistamos las cosas y empezamos el descenso a la "costa", pasando por el templo del sol (un templo
Inca), para poder tomar el bote que nos lleva de vuelta a Copacabana. 




(Templo del sol)




Una vez en tierra firme, fuimos a conocer un poco el pueblo de Copacabana (no confundir, hay un Copacabana en Río de Janeiro que es el conocido y luego está este Copacabana, a las orillas del lago Titicaca), pasando por su iglesia colorida, con hermosos y diferentes simbolismos en sus representaciones y su virgencita con rasgos indígenas (esta virgen es la de Bolivia, nominada así por el papa Pío hace muchos años) y su plaza y mercado (aquí la gente no acostumbra ir a supermercados, los sienten muy encerrados y con poca oferta, sino que van a los mercados a comprar la mayoría de sus productos). En el mercado aprovechamos para comprar pasancalla, comida típica de la zona, que son como palomitas de maíz gigantes. 








(Dentro de la iglesia no se permitía tomar fotografías) 



Luego, seguimos nuestro camino (pasando nuevamente por el ferry de Tiquina, que atraviesa la parte menor del Lago Titicaca) para llegar, bajo una fría lluvia, a un restaurante de comida típica (trucha, obvio) con una espléndida vista al lago. 

(Sillones al estilo de los botes de totora)


Allí cerca, visitamos el taller de botes de totora de un señor que ha hecho diversas expediciones (tanto saliendo de Bolivia y Perú como de África) para así comprobar la potencia de estos botes. En su taller, también vende souvenirs (botes chiquititos, llamas hechas del material, telas, suéters, gorros, etc) y pudimos ver a su mujer tejiendo una tela de la manera artesanal y nos explicó que dura alrededor de un mes haciendo una tela que puede servir para camino de mesa. 

Luego, nos enrumbamos hacia Oruro, que es un viaje largo, ya que hay que devolverse a la zona de El Alto y de ahí seguir. Yo aproveché para leer hasta que se acabó la luz del sol (milagrosamente no me mareé) y también nos pusieron unas películas locales, la primera fue El día que murió el silencio, a la cual puse atención a medias, pero parece ser bastante buena. La segunda fue Los hermanos Cartagena, la cual si vi. 

Cada vez me impresiona más lo grande que es este país. Costa Rica tiene 52mil kilómetros cuadrados, mientras que Bolivia tiene 1 millón de kilómetros cuadrados. Un. Millón. Son horas de horas de recorrido, en una buena carretera, en plena línea recta, con nada a los lados, más que desierto y montañas a lo lejos. 




Luego de más de 5 horas viaje, llegamos a la ciudad de Oruro, principal casa de los festivales bolivianos, con bulevares decorados con cascos mineros y luego con diversas figuras danzantes. Este, definitivamente, es un país de contrastes, como sigue diciendo mi mamá. Veo muchísimo lo sano que es, lo poco corrupto por el consumismo que está; me doy cuenta que Costa Rica, con sus grandes cosas y con sus malas cosas, se ha visto totalmente consumido por el capitalismo - todo es publicidad, todo es modernidad. 


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