lunedì 25 agosto 2014

Día 4

(Hemos hecho tantas cosas y apenas voy por el día 4!? :D yay!)


Entonces, hoy fue día de madrugar. Sí. Madrugar. A las 6 ya habíamos hecho el check out y nos dirigíamos hacia la estación de Atocha para tomar el tren hacia Sevilla. 

Quiero primero hacer un paréntesis. Anoche salimos, tomamos, la gozamos, volvimos, empacamos, dormimos, nos despertamos, nos bañamos y salimos. En la calle había gente aún de fiesta, sí así como que sí su día aún no hubiera acabado. Loco no? 

Bueno, llegamos a Atocha, corrimos un poco, buscamos nuestro anden y nos montamos al tren. Aún sin desayunar. Caos. Pero había cafetería en el tren, que resulto ser una mujer moviéndose con un carrito, todo excelente. Luego de un mega desayuno de croissant y zumo de naranja, dormimos las horas restantes hasta Sevilla. 


Llegamos a Sevilla y nos fuimos al hotel, donde dejamos las valijas (llegamos muy temprano, no podíamos hacer check in aún) y nos fuimos de una vez a dar una vuelta sevillana. Empezamos caminando y terminamos tomando un busito turístico (no lo recomiendo, primero porque arriba pega mucho el sol y abajo el aire no sirve, luego porque es una cuidad súper pequeña y recorrible a pie, para nada hace falta el bus). En el bus dimos vueltitas y llegamos eventualmente a Plaza España. No se cómo empezar sí quiera a describirles esta plaza. Es (disculpen mi francés) una pichudez. Es asombrosamente inpresionante, con su majestuosidad y sus detalles y.. Wow. 



De ahí fuimos a la búsqueda (urgente) de donde comer con aire acondicionado. Es que decir que hace calor es un piropo. Sentíamos que nos íbamos a derretir, no sólo descomponer, del calor que hacia. Después de comer ahí un salmarejo (gazpacho a la sevillana - no es ni tan rico ni tan fresco), nos fuimos huyendo al hotel. Tomamos el busito, lo cual fue el error más erróneo que pudimos cometer, ya que nuestro hotel estaba en la última parada, mientras que estábamos como en una de las primeras. Era mucho más lógico devolvernos caminando, pero no se sí fue el calor, la estupidez, el despiste o la marea alcalina, decidimos que mejor así, para conocer más Sevilla. Luego de una hora de andar en el busito, derritiendonos (recordemos que el aire estaba malo) y quedándonos dormidos, llegamos al hotel, donde por fin hicimos check in, nos bañamos y oficialmente los quedamos dormidos. 

Luego de recuperar fuerzas y sentir que era una hora más lógica para salir sin sentirnos en un infierno, nos fuimos a dar una vuelta por la catedral (hermosa con luces en la noche, también) y nos tomamos un café (el mesero parecía Buzz Light Year, lo juro). 





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